XVIII

Tras un breve espacio de tiempo sin escribir, regresar se hace cada día más complicado. Al principio dudo un poco pues no encuentro razones que justifiquen, como en algún otro momento lo hicieron la flojera o la falta de tiempo, este vacío. Por un momento me frustro recordando días en que entre más escribía más fácil me resultaba hacerlo. Pensando así descubro que ya tengo en dónde descargar mis palabras, mismas que apresadas solamente contribuían a un atasco de mal humor y confusión. Pero de igual forma sé que no es suficiente. Me atoro de nuevo.

Recuerdo ese pasado particular. Decido releerme en busca de pistas. Descubro ideas a cada página y me doy cuenta de que escribía sobre aquello que me ocupaba. En una visión oscura deduzco que si ahora no escribo es porque no pienso, porque no me sucede nada. ¿Entre más escribo más cosas me suceden? Una nueva pregunta. Sonrío.

Ahora tengo dos temas, pero están incompletos, me doy cuenta de que tener ideas muchas veces no sirve para nada. Tenemos que saber entrelazar, crear relaciones entre esos puntos aislados que día a día cruzan nuestra mirada o percepción, que sin quererlo se nos ocurren.

Los instantes, los días, las ideas, personas, experiencias, pruebas e incluso las relaciones mismas, carecen de valor por sí mismas, se fortalecen de acuerdo a algo más, lo que sea que nosotros decidamos, lo que nosotros queramos que sea cada uno de estos ítems. Es así como creamos nuestra vida, una propia y singular, distinta a la de cualquier otro, pensada para cada uno pero en relación al otro.

Es así como todo aquello que pensamos o que nos sucede nos lleva a la vida que queremos tener. Es así como escribimos lo que nos sucede. Es así que escribir nos lleva a la vida que queremos tener.

No hay comentarios: