Quizá (2)

Tan sólo un estornudo, tan sólo eso para que, llegado en el momento justo un sin fin de pensamientos caigan en su lugar. Podemos esperar señales del mundo con tanta ansia que las buscamos en todos lados –las encontramos aun en más–, y vamos creando relaciones y caminos que simplemente encuentran, o queremos que así lo hagan, un respaldo divino.

Pero fue un simple estornudo el que se manifestó en el momento más inoportuno (u oportuno) para demostrarme que somos nosotros, cada uno, quienes estamos en control de nuestra situación, que no todo en este mundo es una señal y que de ser así podríamos caer fácilmente en la paranoia o en la resignación de que algo o alguien influye en nuestra vida cuando así lo desea, entenderlo como una ayuda que sabe –incluso con un estornudo en el instante preciso–, cómo vamos a reaccionar para desarrollar esa idea, para tener esa lucidez que tanto buscamos. Ese estornudo me mostró que no todo nos indica algo divino en nuestro camino, o quizá fue esa indicación, esa señal que se contradice. O quizá sólo fue un estornudo.

No hay comentarios: